Los medios hace semanas hablan del asesinato de Fernando Báez Sosa. Mi sociedad esta alineada en juzgar un evento con varias características: un asesinato grupal entre hombres jóvenes registrado por múltiples cámaras y respaldado en mensajes de chat. Y fiel a mi deseo de asumir la masculinidad no solo desde la belleza sino desde el horror antes de arrojar otra piedra prefiero habitar mi propia violencia.
Narrar la violencia que recibí sistemáticamente ¿Me haría más inocente? ¿Mi condición de víctima me habilita a ser victimario? No quiero asumir una pequeña violencia sino asumir todas las violencias que se anidan en una posición auto justificada de poder, un poder tal vez -y muy probablemente- inexistente. Dentro de todas mis posibilidades de género lo asumo como hombre ya sea por mi cercanía biológica o por la convención social que no me hace una anomalía: Vengo a confirmar un estereotipo del cual ya no le quiero escapar ni contradecir sino para mirarlo con la misma frialdad con la cual me mira.
¿Porqué me comporto en forma violenta? Porque puedo. Porque me apoyo en mi potencia o en mi impotencia para destruir a otra persona o parte de ella. Podría decir que cuando lastimo me nublo, me ciego, me poseo, encarno un personaje que ayer fue Caín pero que nunca ha sido el otro, siempre he sido yo. Repito, no me quiero justificar, ni saltar a las conclusiones políticamente correctas quiero contemplar ésta escena todo lo que sienta necesario.
Estamos discutiendo y comienzo a mirarte fijo, siento mi temperatura elevarse. Oigo algo que me incomoda y es muy probable que mi respuesta abandone toda lógica y me de el lujo de querer herirte sin ella. Porque sé que nada te lastimaría tanto como sostener una mirada inhumana mientras respondo a tu argumento regodeándome en mi ignorancia.
Y ahora volvamos a mi. Odio no entender tu punto. Me enerva que no entiendas el mío. Me lastima que nuestras expectativas no se encuentren pero más me dolería aceptarlo sin resolverlo ésto como el hombre que soy. Porque solo soy hombre en la medida que resuelva cosas. Si miras mis venas no todo en ellas es bronca o impotencia también cargan muchísimo afecto, uno que quiere imponerse a cualquier costo. Y es por eso que la violencia tiene un lado tan romántico como perturbador: Mirá lo hombre que puedo ser para defender lo indefendible y mi capacidad para penetrarte con mi ego, sobretodo contra tu voluntad.
¿Podría despertarme violencia algo que no me interesa? Claramente no. Porque me importas tanto que te subo a mi escenario más vergonzoso donde no solo te corono víctima de mi dolor sino también puedes existir, tener entidad e incluso pertenecer. Podríamos construir nuestro hogar arriba de éste escenario.
En el momento de apretar el puño o cortarte con mi lengua me pregunto ¿Porqué estamos actuando ésta escena? ¿Porqué te estoy invitando a éste lugar? Podría mostrarte muchos otros: como cuando un padre asume su error porque su rol no lo hace infalible, solo expuesto a expectativas más exigentes. Antes que blandir mi arma y que me veas ciego de impotencia por arrancar mi corazón podría desarmarme, podría mostrarte mi vulnerabilidad y lo infantil que soy por no asumir que la realidad no es como me la enseñaron o como la esperaba.
En ese momento en el cual te estoy ahorcando, me estás ahorcando y nos estamos mirando reconocemos un escena que ya vivimos, incluso en otras vidas. Tal vez en nuestra familia, tal vez en telenovelas, tal vez en otros vínculos. Hoy nos toca recrearla. Y si elijo muchos ejemplos no es porque quiera apelar a la emotividad sino porque quiero afinar mi oído para percibir que la violencia puede sonar a cachetazo, pero también a silencio.
Siento que no sos vos en éste momento. Solo sos el recorte de lo que aborrezco. Tampoco me identifico conmigo mismo cuando soy quien aprieta el gatillo. Y tal vez aún tenga que describir ésta escena una y otra… y otra vez. A veces como víctima, a veces como victimario hasta darme por rendido. Y tal vez desde esa vulnerabilidad entienda un poco más la historia o el mito del mártir porque el progreso no siempre está adelante, a veces puede estar atrás. Cuando un hombre decide agachar su cabeza e implorar una misericordia y gracia universal: “Perdónalos Padre (o como llames a la autoridad), porque no saben lo que hacen”.
Mi más profundo respecto a las víctimas de violencia, cualquiera sea su tipo. Y gracias por escuchar a un hombre que se asume ignorante.
. . .
Something similar / Algo similar
Bautismo / Baptism
Inspiration? / ¿Inspiración?
Salvemos al adolescente interior
Something different / Algo diferente
5 señales de un buen liderazgo